Polioptro F. Martínez Austria
En medio de la pandemia ocasionada por el COVID 19, se ha repetido hasta el cansancio que es indispensable, como una de las medidas de prevención más eficaces, el lavado frecuente de las manos; además de un cuidado mayor en la higiene personal y en el lavado y preparación de alimentos. Sin embargo, la pandemia no encuentra a los servicios de agua y saneamiento en México en una condición óptima, ni mucho menos.
La magnitud de un riesgo, es necesario recordar, no depende solamente de la gravedad del peligro, sino también de la vulnerabilidad de la población. En México, en cuanto a la disponibilidad de agua, la falta de disponibilidad, o una disponibilidad limitada de agua de buena calidad, es un factor de mayor vulnerabilidad ante el peligro que representa el COVID 19.
La relación entre el agua y la salud es bien conocida. En México, por ejemplo, a raíz de la epidemia de cólera de 1991, que alcanzó proporciones alarmantes, se diseñó el programa “agua limpia”, que opera hasta la fecha, y que consiste básicamente en aplicar cloro al agua que se distribuye para uso urbano. El éxito de este programa ha demostrado la relevancia de contar con agua limpia en cantidad y calidad suficiente. Basta con citar que la mortalidad por enfermedades diarreicas en infantes menores de cinco años disminuyó, en nuestro país, de 122.7 por cada 100,000 habitantes en 1990, a 7.3 en 2015, gracias a este programa y al incremento de la cobertura de agua potable (CONAGUA, 2018).
Hoy en día, según los datos de la Comisión Nacional del Agua, la cobertura de agua entubada en la vivienda o predio es de 99.4%, lo que se distribuye en 97.2% en el medio urbano y 85% en el rural. Sin embargo, contar con infraestructura no significa que se cuenta con el servicio. Así, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), solamente el 68% de los hogares en México cuenta con servicio las 24 horas, un 25% recibe servicio de agua esporádicamente (desde cada tercer día hasta “de vez en cuando”). Siete por ciento de los hogares no reciben agua en tubería y la consiguen en otros lugares (INEGI, 2018), lo que corresponde a una población de aproximadamente 9 millones de personas.
Debido al incremento de temperaturas, y sobre todo al uso del agua frente a la pandemia y en confinamiento, la demanda de agua se ha incrementado entre 20 y 30%, según ha informado la CONAGUA (CONAGUA, 2020) lo que agrava las condiciones de escasez. La propia CONAGUA ha exhortado a los ciudadanos a cuidar el agua, eliminar desperdicios y fugas y, hasta donde sea posible, eliminar usos no urgentes, como el lavado de autos, por ejemplo.
La provisión de los servicios de agua potable y saneamiento es responsabilidad de los municipios, quienes lo brindan a través de “organismos operadores”. Éstos, típicamente, no cuentan con los recursos económicos suficientes para dar el mantenimiento adecuado de las redes, de tal modo que las pérdidas de agua en fugas en redes y obras de toma conducen a una eficiencia promedio de 55% (es decir que se pierde el 45% en promedio). Menos aún disponen de fondos para aumentar la cobertura y calidad de los servicios. Por razones políticas, la rotación de personal técnico y directivo en los organismos operadores es muy alta, y con demasaida frecuencia quienes están al frente carecen de experiencia y conocimientos en el manejo de sistemas de agua potable.
Los municipios, los estados y la federación no cuentan con los recursos suficientes para subsidiar el abastecimiento de agua. La otra fuente de recursos económicos para los sistemas operadores de agua es el cobro de tarifas, que enfrenta también serias dificultades. La primera de ellas es el uso electoral de las tarifas de agua, que raramente son suficientes para reflejar el costo de extraer el agua de las fuentes de captación, potabilizarla y conducirá hasta los domicilios. Los políticos rechazan, casi unánimemente, el cobro de una tarifa realista del agua y el saneamiento. El segundo gran obstáculo, increíblemente, son algunos de los propios usuarios, que se niegan a pagar el agua. La eficiencia comercial de los organismos operadores se estima en 75%; es decir que el 25% de los usuarios, en promedio, no pagan el agua.
Estos días, los ejecutivos y los trabajadores del sector agua en México, en la federación y en los organismos operadores libran una extenuante batalla para llevar el máximo caudal posible a los mexicanos. Libran esta batalla con recursos mermados, y no sólo en lo económico, sino debido a despidos de personal en la –en este caso muy malentendida austeridad-. Por el momento, ante la emergencia, los ciudadanos debemos, en primer lugar, reconocer su esfuerzo, y en segundo apoyarles con un consumo racional del agua, eliminando fugas y usos no indispensables y, por supuesto, pagando por el agua que recibimos.
Cuando la emergencia termine, será indispensable una profunda reforma del sistema de abastecimiento de agua y saneamiento. Urge.
Referencias
CONAGUA (2018) Estadísticas del agua en Mexico, Edición 2018. Comisión Nacional del Agua. Ciudad de México.
CONAGUA (2020) Comunicado de prensa 6 de abril de 2020. Disponible en https://www.milenio.com/politica/coronavirus-por-pandemia-hay-mayor-demanda-de-agua-conagua
INEGI (2018) Comunicado de prensa num. 132/18, 20 de marzo de 2018. “Estadísticas a propósito del día mundial del agua”. INEGI, México.