
Investigador. Universitat Politécnica de Valencia (UPV)
Profesor de tiempo parcial. Universidad de las Américas Puebla (UDLAP)
Docente de asignatura. Universidad Anáhuac (UAX)
Correo electrónico: hidroindoval@gmail.com
Me llamo Ricardo Indoval, y no fue una coincidencia que mi apellido sonara a “indómito” justo cuando decidí estudiar aquello que nadie quería domar: el agua contaminada. Durante varios años he investigado la cantidad y calidad del agua en los principales cuerpos hídricos de España y México, pero ninguno me marcó tanto como el río Atoyac. Este río, alguna vez la vena líquida del Valle de Puebla-Tlaxcala, hoy corre como una herida abierta.
La cuenca hidrológica Río alto Atoyac abarca parcialmente los estados Tlaxcala, Puebla y el Estado de México (INEGI, 2019) y cuenta con una superficie aproximada de 4 mil km2. La altitud máxima alcanza los 5 mil 200 metros sobre el nivel del mar (msnm) en el volcán Iztaccíhuatl y la altura mínima es de 2 mil (msnm). Esta cuenca presenta un clima templado subhúmedo. La precipitación total anual en el área de estudio oscila de 500 a 1 500 mm (INEGI, 2019). Es la primera vez que me toca estudiar la cuenca del río Atoyac.

Mi investigación comenzó como una revisión bibliográfica, lo que en el ámbito científico se denomina como review. Comenzaré por identificar los contaminantes emergentes, un término científico que comprendí a profundidad gracias a mi asesora virtual, la doctora Yolanda Picó (Elsevier, 2025). Aunque ella ya no está entre nosotros, su trabajo sigue guiando a las nuevas generaciones. Honrar su memoria es también visibilizar lo que ella tanto advirtió: los peligros invisibles que contaminan nuestros ríos y lagos.
Pero lo que encontramos en el Atoyac superó cualquier parámetro de referencia. En el artículo de Mora et al., (2021) los autores mencionan que la cuenca del Atoyac ha estado sometida a presiones antropogénicas derivadas de descargas de aguas residuales urbanas e industriales, así como de lixiviados, altas cargas de nutrientes, Demanda Bioquímica de Oxígeno a 5 días (DBO5), Demanda Química de Oxigeno (DQO) y Sólidos Disueltos Totales (SDT), metales pesados (Al, Fe, Zn, Pb, Cr, Cu) y pesticidas. Pero fue en los análisis de espectrometría de masas donde la verdad surgió: se han detectado concentraciones considerables de triclosán, naproxeno y diclofenaco en las aguas de los ríos… Era un cóctel farmacéutico en dosis invisibles pero persistentes pensé.
A lo largo de sus 70 kilómetros más contaminados, el Atoyac recibe descargas de más de 100 empresas—textiles, curtidurías, ingenios azucareros y agroindustrias—, muchas de ellas con sistemas de tratamiento simbólicos o desconectados (Shruti et al., 2019). Algunas descargan de noche, cuando los inspectores no están de servicio. Pero la peor amenaza no provenía de los metales pesados, sino de los contaminantes que ni siquiera sabíamos que debíamos buscar.
Los contaminantes emergentes, como los fármacos y productos de cuidado personal, no son regulados por la NOM-001-SEMARNAT-2021[1] , sin embargo, estos están provocando efectos bioacumulativos en peces, generando desequilibrios hormonales y afectando la reproducción de especies clave (Hernandez-Ramirez et al., 2019). Lo más alarmante: es que se empieza a observar una correlación entre la exposición crónica a estas sustancias y tasas elevadas de insuficiencia renal, cáncer de vejiga y malformaciones congénitas en comunidades ribereñas (Castro González et al., 2023).
Visité varias de las localidades de: San Martín Texmelucan, San Cristóbal Tepetlaxco, y una pequeña comunidad llamada San Mateo Ometoxtla con mi amiga Corina Wüthrich. Recuerdo a doña Clara, quien me mostró el archivo de enfermedades de su familia: su hijo con leucemia, su esposo con fibrosis pulmonar, y su nieta nacida enferma. Todo a menos de 500 metros del río. Ella me preguntó si todo eso podía ser por el agua. Me quedé en silencio. Aún no tenía datos concluyentes, pero lo sabía. Lo sabíamos todos.
Por ejemplo, hay un sitio en la web[2] muy curioso, donde encontré el siguiente mapa (Figura 2). Se observa una pluma de contaminación en el centro del país, coincidiendo con la ubicación del cauce del río Atoyac.

Se cuenta también que este río tenía un carácter mítico, pues albergaba numerosas especies de ajolotes. Sin embargo, debido a los contaminantes presentes, estas especies han ido desapareciendo día con día. Es lamentable. Ojalá algún día podamos devolverle la vida que una vez tuvo.
Durante este tiempo también tuve la oportunidad de conocer a la investigadora Xanat, una especialista con sólida trayectoria en el análisis de la calidad del agua, especialmente en el tema de microplásticos. En sus estudios ha identificado diversos compuestos contaminantes presentes en el río Atoyac (Arredondo-Navarro & Flores-Cervantes, 2023). Al igual que otros investigadores, ella ha contribuido a la evaluación de los daños ambientales y económicos provocados por esta contaminación, aplicando herramientas como la matriz de Leopold y el método del costo de daños. Estos análisis han estimado pérdidas sociales y económicas superiores a 483 millones de pesos en el año 2005, lo que resalta la urgente necesidad de implementar políticas efectivas para el tratamiento de aguas residuales (Rodríguez-Tapia et al., 2012).
Por otro lado, en un artículo reciente se reportó la presencia de drogas en el agua del río Atoyac, lo cual evidencia un problema ambiental poco visibilizado pero preocupante (Mora et al., 2021). Estas sustancias, provenientes principalmente de residuos domésticos, hospitales e industrias, llegan al río sin un tratamiento adecuado y pueden afectar tanto a los ríos, lagos y acuíferos como a la salud humana. Su detección pone de relieve la urgencia de mejorar el manejo de aguas residuales y de promover un consumo más responsable de medicamentos y otras sustancias químicas (Covarrubias-López et al., 2023).
Se rumorea que algunos investigadores han intentado contactar a organizaciones internacionales del medio ambiente, pero la mayoría apenas presta atención al río Atoyac. A veces imagino—como lo haría un niño—que de sus aguas contaminadas emergiera un monstruo marino, una criatura imposible que obligara a los medios y a los gobiernos a mirar de frente lo que ocurre aquí, a preguntar por qué el río se convirtió en un veneno líquido. Pero sé que eso no sucederá. Esa es solo la fantasía de alguien que aún quiere creer en sacudidas milagrosas. Cuando dejo de imaginar, me enfrento a la realidad: el Atoyac aún corre enfermo, pero al menos ya no lo hace en silencio.
Referencias
Arredondo-Navarro, A., & Flores-Cervantes, D. X. (2023). Revisión de métodos de muestreo, detección, caracterización de microplásticos y control de calidad en columna de agua y sedimentos. Tecnología y Ciencias Del Agua, 14(3), 474–522. https://doi.org/10.24850/j-tyca-14-03-10
Castro González, N. P., Calderón Sánchez, F., & Pérez Marroquín, G. J. (2023). Análisis espacial de metales pesados en suelos agrícolas de la subcuenca Atoyac-Zahuapan y riesgos de salud pública. Agricultura, Sociedad y Desarrollo, 21(1). https://doi.org/10.22231/asyd.v21i1.1593
Covarrubias-López, A. C., García-Suastegui, W. A., Valencia-Quintana, R., Avelino-Flores, F., Méndez-Bermúdez, A., & Handal-Silva, A. (2023). Human Impact in the Watershed of the Atoyac River in the Metropolitan Area of Puebla, Mexico. Sustainability, 15(13). https://doi.org/10.3390/su151310565
Elsevier. (2025). In memoriam: Professor Yolanda Pico Garcia. Journal of Environmental Management. https://www.Sciencedirect.Com/Journal/Journal-of-Environmental-Management/about/News/in-Memoriam-Professor-Yolanda-Pico-Garcia.
Hernandez-Ramirez, A. G., Martinez-Tavera, E., Rodriguez-Espinosa, P. F., Mendoza-Pérez, J. A., Tabla-Hernandez, J., Escobedo-Urías, D. C., Jonathan, M. P., & Sujitha, S. B. (2019). Detection, provenance and associated environmental risks of water quality pollutants during anomaly events in River Atoyac, Central Mexico: A real-time monitoring approach. Science of The Total Environment, 669, 1019–1032. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2019.03.138
INEGI. (2019). Cuenca hidrológica Alto Atoyac.
Mora, A., García-Gamboa, M., Sánchez-Luna, M. S., Gloria-García, L., Cervantes-Avilés, P., & Mahlknecht, J. (2021). A review of the current environmental status and human health implications of one of the most polluted rivers of Mexico: The Atoyac River, Puebla. Science of The Total Environment, 782, 146788. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2021.146788
Rodríguez-Tapia, L., Morales-Novelo, J. A., & zavala-Vargas, P. (2012). Evaluación socioeconómica de daños ambientales por contaminación del río Atoyac en México. Tecnología Y Ciencias Del Agua, 3, 143–151.
Shruti, V. C., Jonathan, M. P., Rodriguez-Espinosa, P. F., & Rodríguez-González, F. (2019). Microplastics in freshwater sediments of Atoyac River basin, Puebla City, Mexico. Science of The Total Environment, 654, 154–163. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2018.11.054