Alimentos que contribuyen al cambio climático: ¿Qué comer en un mundo que está hirviendo?

Autora: María Elena Cerecedo Arroyo

elena.cerecedoao@udlap.mx

 

Si como ciudadanos de este planeta tenemos un poco de interés en el cambio climático, no podemos negar nuestra continua participación y responsabilidad en su incremento. Habiendo dicho esto, es importante tener en mente que nuestra alimentación es parte importante en el avance del cambio climático, así que es bueno estar informado sobre los alimentos que más contribuyen al calentamiento global debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que provocan desde su producción hasta su almacenamiento.

La huella de carbono es un concepto importante en la vida diaria y que invita a reflexionar sobre los hábitos de consumo y de alimentación en la actualidad. Básicamente es un indicador ambiental que ayuda a cuantificar y verificar el impacto ambiental de los GEI que han sido emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, actividad, proceso o algún producto. Se calcula por las etapas desde su producción, elaboración, transporte, hasta su almacenamiento; pasos en los que se liberan GEI en diferentes cantidades. Por lo tanto, la huella de carbono es una herramienta muy útil para el análisis de conductas o hábitos que contribuyen de alguna manera al aumento de emisiones, y medirla ayuda a planear estrategias sobre cómo se pueden mejorar (disminuir) y a concientizar a los usuarios a la hora de consumir algo (Ministerio del Medio Ambiente, S.f).

 

Afectaciones por productos animales:

Está comprobado científicamente que una gran aportación para frenar este problema sería intentar cambiar nuestra dieta y evitar que sea a base de carne o productos derivados de animales. La elaboración de los productos animales es responsable de hasta el 78% de las emisiones agrícolas a nivel global, situación que se sigue agravando continuamente (Drayer, 2020).

Esta demanda de alimentos provenientes de la industria animal es una situación que provoca entre muchas cosas: presión sobre el uso de tierras, aumento de emisiones de los GEI y muchas veces también presión sobre los recursos de agua. Sin embargo, en algunos contextos la producción de carne puede ser esencial para el alivio de la pobreza, beneficiar a algunos niños y poblaciones vulnerables en su estado nutricional, o para servicio de los ecosistemas de pastizales. Por tal motivo algunos autores sugieren la necesidad de estrategias que conduzcan a que los alimentos derivados de animales sean utilizados en función del contexto socioambiental de una región, para determinar sus necesidades reales sin continuar dañando el medio ambiente y así lograr un consumo más consciente (Willet, y otros, 2019).

Es importante señalar los trastornos que son provocados por el consumo en exceso de carnes como: enfermedad coronaria, enfermedades cardiacas, diabetes tipo 2, cáncer y enfermedades respiratorias; en conjunto con impactos ambientales debido a las emisiones de GEI, uso de suelo para cultivo, uso de agua dulce y también la aplicación excesiva de fósforo y nitrógeno. Para evitar este tipo de efectos derivados del consumo de carne, es recomendable una dieta que enfatice la ingesta de frutas, verduras, legumbres, nueces, semillas, cereales integrales y de pescado; haciendo hincapié en la reducción del consumo de azúcar y de las carnes rojas o procesadas.

El cambio de dieta predominante en carne a una más diversa que sea basada en plantas puede reducir las emisiones de GEI. En el artículo “Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems” se sugiere que una dieta a base de plantas reduce también el uso de fertilizantes y el consumo de agua.

Las vacas, por ejemplo, necesitan de una gran cantidad de alimento, lo que al final significa gran consumo de agua para incrementar su peso corporal. De igual forma estos animales son grandes emisores de metano, las vacas emiten aproximadamente 10 veces más GEI por kilogramo de carne que los cerdos y los pollos, que a su vez emiten aproximadamente 10 veces más que las leguminosas. Es innegable que las plantas también utilizan agua y suelo para crecer, solo que las cantidades son significativamente menores (Drayer, 2020).

Se estima que adoptar dietas a base de plantas reducirá impactos ambientales, como los provocados al usar fertilizantes, y se podrá ahorrar hasta un cuarto de uso tanto en tierras agrícolas como en agua dulce (Willet, y otros, 2019).

 

El impacto ambiental y la huella de carbono:

La cadena de suministro de alimentos es un proceso complejo que conlleva diversos pasos, por lo general consta de siete: cambio en el uso de tierras, granja, alimentación animal, procesamiento, transporte, la venta a minoristas (retail) y finalmente el empaquetado.

Estas etapas son importantes y perjudiciales – respecto de su huella de carbón- en su escala, la alimentación de los animales cada vez consume más recursos, lo cual implica más daños, el transporte debido a la alta demanda también produce grandes cantidades de emisiones, etc., pero todas aumentan o disminuyen en función de la variedad animal que involucre, por tal motivo es importante mencionar de manera general las emisiones producidas en las etapas de la cadena de suministro de alimentación:

Tabla 1 Posibles emisiones en la producción, almacenamiento y distribución de un producto.

Elaboración propia con información de (Poore & Nemecek, 2019).

 

La diferencia entre la magnitud de las emisiones va muy de la mano con la cantidad de demanda, es por esta razón que lo que comemos tiene un impacto significativo en las emisiones de GEI en el ambiente.

A través de la cadena de suministro de alimentos se emiten alrededor de 13,700 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono equivalente (CO2e) en el mundo. A través de diversos estudios se ha encontrado que la carne de res y otros productos animales son los causantes de un efecto exponencial en las emisiones (Poore & Nemecek, 2019; Neufeld, 2020).

A continuación, se encuentran algunos tipos de productos y sus emisiones:

Tabla 2 Alimentos y sus GEI producidos por 1 kg de producción. Información de (Neufeld, 2020).

 

Es claro que las emisiones difieren mucho en función del tipo de alimento, pero en promedio la comida a base de plantas es de 10 a 50 veces más baja en comparación con la comida de origen animal.

 

Dietas alternativas:

Es perceptible que muchas personas están integrándose a tener cambios en su dieta cotidiana y están probando alternativas con comida a base de plantas, por lo que en un futuro podrían existir cambios significativos en los daños derivados de la cadena de suministro de alimentos.

Entre más consciente e involucrada esté la población en temas del cambio climático, habrá reducciones importantes en el consumo de productos cárnicos.

Las dietas que se discuten a continuación se escriben como una buena alternativa para reducir drásticamente las emisiones de GEI y, en consecuencia, la huella de carbono:

  • Flexitariana: viene de los términos “flexible” y “vegetariana” este tipo de dieta es basado en plantas, frutas, semillas, etc., pero también se pueden consumir de manera moderada aves de corral, carnes rojas, pescados, leche y huevos. Este tipo de dieta es muy flexible, permisible, no estricta, pero sí ayudaría mucho a la mitigación del incremento en las emisiones de gases y el gasto en exceso del agua.
  • Vegetariana: en la dieta vegetariana se debe excluir principalmente todo tipo de proteína animal, es decir carnes ya sean de res, de cerdo, aves, mariscos, pescados, etc., sin embargo, el consumo de productos animales como huevo, lácteos y sus derivados es aceptable.
  • Vegana: el veganismo es más estricto debido a que se debe de excluir cualquier tipo de producto animal: huevo, leches, miel, etc. Es la dieta ideal para frenar las emisiones de gases o el uso excesivo de agua. Cuando se practica esta dieta se debe acompañar de algunas vitaminas adicionales y proteínas vegetales para no sufrir una descompensación.

Se dice que los granos básicos de México (el maíz, frijol, arroz y trigo) son alimentos indispensables para garantizar la seguridad alimentaria del país; sin embargo, se han olvidado de un alimento muy importante desde tiempos ancestrales: el amaranto.

El amaranto fue cultivado y utilizado desde la época prehispánica por diferentes culturas pertenecientes al centro del país. Su aprovechamiento comenzó hace aproximadamente 5 mil años. Se podía utilizar como verdura, para preparar tamales o también tortillas.  Tiene una gran aportación proteica y puede aportar de 2 a 3 veces más nutrientes que otros vegetales. A continuación, se presenta una infografía que resume las bondades más destacadas del amaranto:

 

 

Aunque lo ideal sería estar dentro de una dieta estrictamente vegetariana o vegana, el que la gente pruebe dietas flexitarianas, donde logren reducir la ingesta de productos cárnicos, ayudaría enormemente a aminorar las emisiones y no quiere decir que se tenga que renunciar al consumo de productos derivados de animales en su totalidad.

 

 

Conclusiones:

Continuar con las prácticas no conscientes de alimentación que la mayoría de nosotros, tenemos va a provocar el incremento del cambio climático, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, a contribuir con la desaparición de ecosistemas completos, dañar la biodiversidad, empeorar la contaminación de cuerpos de agua, entre algunos otros. Es necesario dejar de comer productos con una alta huella de carbón, en especial las carnes, y comenzar a ser más flexibles con nuestra dieta. No necesitamos grandes cantidades de proteínas porque ya no somos esos seres que caminan enormes cantidades de kilómetros día a día para poder encontrar un animal, cazar una presa y proveer alimentos para nuestra familia, hoy en día debemos ser realistas en que no necesitamos tanta proteína y que la comida a base de plantas nos provee la suficiente.

Las leguminosas, frijoles, lentejas, etc., son la fuente de proteína más sostenible en el planeta. Necesitan muy pocos insumos para crecer, se dan en ambientes difíciles, pueden proveer seguridad alimentaria para países en necesidad; son también un fertilizante natural, por lo que se recomienda su uso frecuente.

Hay que cambiar la creencia de que el consumo de carne es un sinónimo de fuerza, energía y poder, asociado muchas veces a la masculinidad, se necesita recordar que todos conocemos a alguien joven con problemas cardiovasculares, situación que implica tener enfermedades debido a los altos niveles de triglicéridos, colesterol o ácido úrico, las cuales pueden resultar en gota o incluso ciertos tipos de cáncer. Difundir nuevas recetas y el alto contenido de nutrientes de alimentos como el amaranto es clave para tener cambios en la dieta y así mejorar nuestro planeta.

La preocupación y ocupación de tener un mundo y una dieta más saludable debería ser cosa de hombres y de mujeres, la información de las aportaciones de proteínas se encuentra en interminables páginas web y siempre será recomendable ir con un nutriólogo para realizar un cambio de dieta de manera adecuada.

Cambiar la dieta alimenticia podría reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, frenará el gasto excesivo de agua y también contribuirá de manera significativa a la mejora en la salud de las personas con un nuevo estilo de alimentación.

 

 

Bibliografía

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Drayer, L. (12 de Enero de 2020). CNN. Recuperado el 11 de Marzo de 2021, de CNN: https://cnnespanol.cnn.com/2020/01/12/la-dieta-ideal-para-combatir-el-cambio-climatico/

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Neufeld, D. (10 de Febrero de 2020). Visual Capitalist. Recuperado el 17 de Marzo de 2021, de Visual Capitalist: https://www.visualcapitalist.com/visualising-the-greenhouse-gas-impact-of-each-food/

Poore, J., & Nemecek, T. (22 de Febrero de 2019). Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers. Science, 360(6392), 987-992. doi:10.1126/science.aaq0216

Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. (26 de Septiembre de 2018). Gobierno de México. Recuperado el 18 de Marzo de 2021, de Gobierno de México: https://www.gob.mx/agricultura/es/articulos/amaranto-al-infinito-y-mas-alla#:~:text=El%20amaranto%20es%20un%20pseudocereal,%2C%20B1%2C%20B2%20y%20B3

Willet, W., Rockström, J., Loken, B., Springmann, M., Lang, T., Vermeulen, S., . . . L Murray, C. (16 de Enero de 2019). Food in the Anthropocene: the EAT–Lancet Commission on healthy diets from sustainable food systems. The Lancet Commissions, 393, 447-492. Recuperado el 10 de Marzo de 2021, de http://dx.doi.org/10.1016/

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