Dra. Maria Elena Cerecedo Arroyo
Exalumna Honoraria
Cátedra Unesco en Riesgos Hidrometeorológicos
Universidad de las Américas Puebla
elena.cerecedoao@udlap.mx
Dra. Regina Mijares Fajardo
Exalumna honoraria
Cátedra Unesco en Riesgos Hidrometeorológicos
Universidad de las Américas Puebla
regina.mijaresfo@udlap.mx
Impactos del cambio climático en la salud física
A lo largo de los años, debido al aumento de las temperaturas globales, los cambios en patrones meteorológicos y el aumento en la intensidad o frecuencia de eventos extremos como las ondas de calor, huracanes, inundaciones y sequías, ha sido posible observar los impactos negativos en la salud pública. Las repercusiones del cambio climático en la salud pueden ser directos o indirectos y afectan principalmente a las poblaciones vulnerables como mujeres embarazadas, niños, adultos mayores y poblaciones que viven en zonas marginadas o en condiciones de pobreza.
Dentro de los impactos directos, se ha observado que el aumento de las temperaturas se relaciona con un mayor número de muertes en países de latitudes medias a altas, específicamente por el aumento en la intensidad y duración de las ondas de calor. Por ejemplo en Londres, donde la ola de calor de 2003 estuvo asociada con un aumento del 42% en las muertes durante el período de 10 días del 4 al 13 de agosto, en comparación con el mismo período de los cinco años anteriores (Johnson et al., 2005); o en Estados Unidos, donde el riesgo de mortalidad por ondas de calor aumentó un 2.49 % por cada aumento de 1 °F en la intensidad de la onda de calor y un 0.38 % por cada aumento de 1 día en la duración de la onda de calor, para el periodo 1987-2005 (Anderson y Bell, 2011). La exposición al calor extremo puede provocar insolación y deshidratación, así como enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cerebrovasculares (USGCRP, 2009).
Otro de los impactos del cambio climático en la salud se relaciona con la mala calidad del aire, que aumenta con el incremento en la temperatura. Las temperaturas altas aumentan las concentraciones de alérgenos en el aire, los niveles de ozono a nivel del suelo, un contaminante atmosférico nocivo y componente del smog (USGCRP, 2016), también aumentan, y pueden incrementar las concentraciones de partículas suspendidas en el aire, como el humo de los incendios forestales y otros contaminantes. Los bajos niveles de calidad de aire pueden causar daños agudos como ataques de asma, daño en el tejido pulmonar, reducción de la función pulmonar e inflamación de las vías respiratorias, y daños crónicos como cáncer de pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y enfermedades cardiovasculares (USGCRP, 2016).
Recientemente, Yazdi et al. (2023) encontraron que el aumento en la exposición a medio y largo plazo a contaminantes ambientales, como el ozono, está asociado con niveles de varios miRNAs (microARNs o microRNAs en inglés) que se correlacionan clínicamente con enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Al aumentar la frecuencia e intensidad de otros eventos extremos como inundaciones, tormentas y sequías, el cambio climático afecta directa e indirectamente a la salud. Estos efectos en la salud pueden presentarse incluso después de la presencia de dichos fenómenos, por condiciones como: disminución de alimentos y agua potable seguros, accesos a hospitales y farmacias inhabilitados por daño en las vías terrestres, interrupción de los servicios de comunicación, servicios públicos y atención médica, entre otros (USGCRP, 2016). Al mismo tiempo, las sequías están estrechamente relacionadas con la inseguridad alimentaria, migraciones masivas y enfermedades gastrointestinales, las cuales surgen a partir del consumo de agua contaminada. Algunos ejemplos de los eventos más devastadores son la sequía de 1976 en Europa, el Dust Bowl de los años 30 en EE.UU., y la crisis alimentaria de los años 20 en Rusia y China (en la que murieron más de 4 millones de personas) (Van Loon, 2015). Más recientemente, en 2020, se registró un aumento de 98 millones de personas que experimentaron inseguridad alimentaria en comparación con el promedio del período 1981-2010 (WHO, 2024).
Otro efecto indirecto del cambio climático son las enfermedades transmitidas por vectores como los mosquitos, algunas aves, garrapatas y pulgas. Con el aumento de la temperatura, las garrapatas que transmiten la enfermedad de Lyme, infección bacteriana que causa fiebre, fatiga, afecta a las articulaciones y el sistema nervioso, pueden desplazarse hacia regiones de latitudes anormalmente altas, y pueden estar activas durante más meses del año (USGCRP, 2016). Al mismo tiempo, las temperaturas extremas pueden propiciar el aumento de las comunidades de mosquitos que transmiten enfermedades como el virus del Nilo Occidental, la malaria, el dengue, entre otros.
De acuerdo con el Informe del Lancet Countdown sobre salud y cambio climático (2017), el cambio climático actúa como un multiplicador de amenazas, ya que además de todos los impactos a corto y largo plazo, puede agravar muchos de los problemas de salud ya existentes y refuerza la correlación entre múltiples factores de riesgo para la salud. Y al mismo tiempo, puede agravar presiones existentes sobre la vivienda, la seguridad hídrica y alimentaria, la pobreza y muchos otros indicadores de salud.
Las proyecciones de los expertos son todo menos alentadoras,los científicos advierten que la crisis climática amenaza con deshacer el avance de los últimos 50 años en cuanto a desarrollo, salud global y reducción de la pobreza (WHO, 2024). También estiman que entre 2030 y 2050, el cambio climático causará aproximadamente 250 mil muertes adicionales por año, tan sólo tomando en cuenta la desnutrición, malaria, diarrea y estrés fisiológico por calor (WHO,2024).
Impactos en la salud mental debidas al cambio climático.
El cambio climático no tiene únicamente efectos visibles o tangibles en la salud física, sino que también se ha detectado el daño que tiene hacia la salud mental, situación expuesta por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) (IPCC, 2023). Mientras las altas temperaturas, la mala calidad del aire y los eventos extremos aumentan los riesgos de enfermedades físicas, estos mismos eventos representan amenazas en la estabilidad de la vida cotidiana, ya que perjudican el bienestar psicológico, aumentan el estrés, la ansiedad, el consumo de sustancias etílicas y en casos más graves inciden en trastornos mentales y suicidio (Gaxiola-Robles, Celis de la Rosa, Labrada-Martagón, Díaz-Castro, & Zenteno-Savín, 2013; Florido Ngu, Kelman, & Chambe, 2021).
Las repercusiones que tiene el cambio climático en la sociedad han sido más visibles con el paso del tiempo, sin embargo, lo acotamos muchas veces a la visualización más inmediata como el estrés hídrico, las complicaciones debidas por la falta de agua en los países, la pérdida de la biodiversidad, el aumento en los sucesos climáticos extremos, el aumento en el nivel del mar por el deshielo de los glaciares, el aumento en la temperatura global, entre otros. Sin embargo, muy pocos hablan de los impactos que tiene el cambio climático en la salud mental de la humanidad.
Como la mayoría de los problemas, los efectos más adversos se producen en los grupos más vulnerados, siendo la desigualdad social otro problema indirecto del cambio climático; donde los países con ingresos bajos sufren más afectaciones sociales, económicas, demográficas y medioambientales. En el informe de Lancet Countdown sobre salud y cambio climático, enuncian como el aumento en las temperaturas ha producido efectos adversos en la productividad laboral (Lancet Countdown, 2023). Recordando a Darwin con la teoría de la selección natural, es cierto, que se ha visto la capacidad de adaptación humana ante estos cambios, a pesar de esto, la tendencia del cambio climático es aumentar, por lo que la adaptación eventualmente se quedará corta en un futuro cercano.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en el mundo se suicida una persona cada 40 segundos (OMS, 2019). En el 2018 dentro de un artículo llamado “Higher temperatures increase suicide rates in the United States and Mexico” se pudo cuantificar que por cada 1°C de incremento en la temperatura promedio mensual, la tasa de aumento del suicidio en nuestro país es del 2.1%, mientras que, en los Estados Unidos, de 0.7%. Por lo que resulta relevante el análisis de las repercusiones que trae el cambio climático en la salud mental de la población.
Las olas de calor son otro aspecto importante que afecta la salud mental de las personas, a pesar de que lo más común es encontrar estudios donde se verifica las afectaciones asociadas con problemas cardiovasculares, deshidratación, golpes de calor, entre otros. Se ha podido observar también el aumento en la ansiedad, depresión, e incluso incide en el incremento en las tasas de suicidio. El aumento en las temperaturas afecta las etapas de sueño, interrumpiéndolo y así teniendo consecuencias secundarias en las personas como: mal humor o cansancio. Han ocurrido epidemias suicidas en trabajadores del campo que estuvieron relacionados con eventos de sequía (Thompson, Hornigold, Page, & Waite, 2018).
El aumento de las temperaturas también se ha estudiado en menor medida como un agravante en trastorno bipolar, esquizofrenia, demencia y psicosis (Thompson, Hornigold, Page, & Waite, 2018; Christodoulou, y otros, 2023). De igual forma, algunos investigadores han señalado la relación entre el aumento de temperaturas con el incremento en la ingesta de alcohol y drogas (Parks, et al. De igual forma, algunos investigadores han señalado la relación entre el aumento de temperaturas con el incremento en la ingesta de alcohol y drogas (Parks, y otros, 2023). (Parks, et al. 2023).
Los fenómenos meteorológicos extremos causan angustia, estrés, entre otros, haciendo que muchas personas que no sufrían de trastornos mentales los padezcan, también que las personas que ya los tenían, sientan un aumento en síntomas durante las olas de calor, pudiendo incluso aumentar el consumo de medicamentos y afectando las capacidades naturales para controlar la temperatura corporal y el bienestar personal.
Fatores anteriores como el estrés hídrico, han sido estudiados con más tiempo, por lo que muchas personas comparten las preocupaciones que esto traería tales como: conflictos por el agua, las problemáticas de no tener seguridad alimentaria, los problemas migratorios, la migración de empresas por falta de recursos hídricos y las afectaciones laborales y económicas derivadas de esto, entre otros, son pensamientos recurrentes en un porcentaje significativo de personas con tendencia al aumento. Es crucial y urgente que las personas tengan acceso a esta información, el cambio climático y las repercusiones son cada vez más devastadoras y relevantes en nuestro entorno. Es alarmante como las repercusiones rebasan la capacidad de adaptación al cambio, por lo que implementar estrategias para la protección de las comunidades más vulneradas es responsabilidad de todos, ya que es un desafío global en el que la humanidad está participando.
En el marco del 10 de septiembre, día mundial para la Prevención del Suicidio organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS); y el 10 de octubre Día Mundial de la Salud Mental, celebrado por primera vez en 1992, se considera importante hablar del tema, subrayando la relevancia de abordar el cambio climático desde una perspectiva integral de salud pública.
Referencias
Anderson, G. B., & Bell, M. L. (2011). Heat waves in the United States: mortality risk during heat waves and effect modification by heat wave characteristics in 43 US communities. Environmental health perspectives, 119(2), 210-218.
Christodoulou, N., Laaidi, K., Fifre, G., Lejoyeux, M., Akkaoui, M., & Geoffroy, P. (2023). Heat waves and mental disorders: A study on national emergency and weather services data. The European Journal of Psychiatry, 38(11), 1-11. doi:doi.org/10.1016/j.ejpsy.2023.100249
Florido Ngu, F., Kelman, I., & Chambe, J. (2021). Correlating heatwaves and relative humidity with suicide (fatal intentional self-harm). Scientific Reports, 11(22175), 1-9.
Gaxiola-Robles, R., Celis de la Rosa, A., Labrada-Martagón, V., Díaz-Castro, S., & Zenteno-Savín, T. (2013). Incremento de la temperatura ambiental y su posible asociación al suicidio en Baja California Sur (BCS) 1985-2008. Salud Ment, 421-427.
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INEGI. (2022). INEGI. Obtenido de INEGI: inegi.org.mx
IPCC. (2023). SIXTH ASSESSMENT REPORT. Chapter 7: Health, Wellbeing and the Changing Structure of Communities. Obtenido de https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg2/chapter/chapter-7/
Johnson, H., Kovats, S., McGregor, G., Stedman, J., Gibbs, M., & Walton, H. (2005). The impact of the 2003 heat wave on daily mortality in England and Wales and the use of rapid weekly mortality estimates. Eurosurveillance, 10(7), 15-16.
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Parks, R., Rowland, S., Do, V., Boehme, A., Dominici, F., Hart, C., & Kioumourtzoglou , M.-A. (2023). The association between temperature and alcohol and substance-related disorder hospital visits in New York State. Communications Medicine, 3(118), 1-9. doi:10.1038/s43856-023-00346-1
Thompson, R., Hornigold, R., Page, L., & Waite, T. (2018). Associations between high ambient temperatures and heat waves with mental health outcomes: a systematic review. Public Health, 161, 171-191. doi:10.1016/j.puhe.2018.06.008
USGCRP (2016). Impacts of Climate Change on Human Health in the United States: A Scientific Assessment. Crimmins, A., J. Balbus, J.L. Gamble, C.B. Beard, J.E. Bell, D. Dodgen, R.J.